lunes, 1 de noviembre de 2010

BELLAVISTA


Este hermoso y tradicional distrito chalaco que nos vio nacer, ha cumplido 95 años de creación política el pasado 6 de octubre. Pero su existencia como centro poblado data desde la época pre incaica. En la colonia, luego de maremoto de 1746 que destruyó el Callao, el virrey José Antonio Manso de Velasco decide construir la nueva ciudad en la zona conocida como "buena vista", espacio agrícola muy hermoso. La pequeña ciudad se diseñó con tanta gracia que Bellavista, como la conocieron desde entonces, se convirtió en un agradable lugar de hospedaje de virreyes y personajes notables cuando desembarcaban en el puerto del Callao, en su periplo hacia Lima.
Su estratégica y segura ubicación hizo que Bellavista también se convirtiera en lugar preferido de los militares peruanos, para reunirse y desde allí elaborar sus estrategias que defenderían al Callao de ataques invasores como del 2 de Mayo de 1866.
Es indudable que la zona más tradicional de Bellavista es la Plaza Isabel la Católica, antes Plaza de Armas, donde se ubican la centenaria iglesia San José y la Municipalidad. Las calles aledañas todavía conservan ese formato antiguo que nos recuerda nuestra infancia, cuando salíamos a comprar dulces o, simplemente jugábamos en las veredas. Tuvimos la suerte de vivir a unos pasos de la plaza, en la calle Elías Aguirre, paralela a Colina, la avenida principal de la década de los cincuenta. En nuestras retinas han quedado impregnados las imágenes de un barrio con estilo parecido a Barranco, con el mismo olor a mar y jardines, con las mismas casonas que suenan a madera y quincha, con la misma antiguedad señorial de sus faroles y la gente porteña de finales de los años cincuenta, cuando la Sonora Matancera reinaba en las vitrolas de los bares.
Vivimos allí hasta los cuatro años y nuestro recuerdo infantil de Bellavista no se compara con las urbanizaciones de clase media que hoy rodean a este pequeño espacio que se resiste a olvidar tiempos de gloria.
(En la foto, estamos en la entonces Plaza de Armas de Bellavista -hoy Isabel la Católica-, detrás de nosotros apenas se insinúa la borrosa imagen de la iglesia San José. Era 1959, teníamos dos años).